Stefano Pilati triunfa en Florencia en la feria Pitti Uomo
Había mucho que hacer en Florencia el jueves por la noche; ver cómo entiende la televisión italiana los errores de Meghan Markle y el príncipe Príncipe Harry, o cenar en uno de los mejores restaurantes de la ciudad. Pero la gente más elegante optó por dirigirse a una vieja estación de tren para presenciar la última aparición de Stefano Pilati, el mejor diseñador en el exilio de la moda.
Reunidos de pie en el interior de la Stazione Leopolda, apenas restaurada, tuvieron la suerte de presenciar un desfile y una colección excepcionales de uno de los mejores talentos de la moda contemporánea.
Una fusión entre la costura italiana y el romanticismo oscuro de Berlín con una pizca de la desenvoltura francesa encarnada por un elenco diabólicamente transgresor.
La fluidez de la confección, las proporciones atrevidas y los estilismos extremadamente desenfadados, todo ello combinado para hacer una gran declaración de moda.
Ante todo, Pilati consiguió renovar clásicos como los trajes pantalón estilo Saint Laurent: esta vez con pantalones de campana, chaquetas minimizadas y fajines militares. Y se reinventó con pantalones con tela de paracaídas, de seda o de satén con ondas impecables combinados con botas de plataforma.
Todo el conjunto lograba el equilibrio con un toque perverso. Además, los detalles fueron geniales; desde las estrechas cadenas plateadas de bolsillo hasta las bufandas a cuadros tejidas.
Los invitados entraron en una habitación gigante, con un enorme rectángulo central iluminado con luces rojas. Un violonchelo, el instrumento de la temporada en Pitti, dejaba fluir acordes mordaces. Desde el fondo lejano avanzaba el elenco, pequeños y grandes, preadolescentes, mujeres voluptuosas y jóvenes flacos de dos metros de altura. La mayoría de ellos sexualmente ambiguos.
El desfile marcó la primera pasarela propiamente dicha desde que Pilati dejase Ermenegildo Zegna en 2016. Antes de eso estuvo durante una temporada de siete años en París en Yves Saint Laurent.
Desde entonces vive en Berlín retirado en gran medida del mundo de la moda. Su regreso fue sin duda novedoso y lanzó la noticia de su colección en Instagram.
Aunque, curiosamente, Pilati insiste en que lo que acabamos de ver en Florencia no es realmente una colección.
"Es una evolución constante, una serie de productos e ideas. No una colección en el sentido propio de la palabra. Ahora no trabajo así", explicó Pilati.
"Intento ser relevante. Para mí la moda no ha muerto. Pero quizás sí la forma de hacerla en un mercado saturado. Seguimos creando nuevas identidades de marca que al final resultan ser estériles. Yo quería un desfile íntimo, donde el 70 % del elenco son amigos míos", concluyó.
Pilati incluso hizo de modelo en su propio desfile, protagonizando el pase final con un elegante abrigo de pelo de camello.
No es de extrañar que haya titulado su desfile en Florencia "Random Identities" ( "identidades aleatorias"). Sin embargo, no había nada aleatorio en sus prendas: poéticas, impactantes y poderosas.
Un gran ejemplo en Pitti, en su mejor versión.
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