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Ana Ibáñez
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21 ene. 2020
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Seducción y surrealismo en Schiaparelli

Traducido por
Ana Ibáñez
Publicado el
21 ene. 2020

El modisto Daniel Roseberry prometió a sus invitados una doble fantasía en Schiaparelli: una fusión entre el surrealismo de la fundadora y el aire seductor de su moda. Y cumplió su promesa.


Schiaparelli - Primavera-Verano 2020 - Alta costura - París - © PixelFormula

 
Lo que mejor funcionó fueron los trajes pantalón deliciosamente holgados en satén negro o en lana azul marino con hombros poderosos y combinados ​​con blusas de seda blancas, desestructuradas y escotadas. Informales, pero también elegantes.
 
Roseberry cubría el cuerpo con desenfreno, enviando múltiples ideas de corte al bies con astutos detalles en la cintura. O con elaborados remolinos de tela, como el vestido nube en color nude en el que un cúmulo de tela surgía de un hombro.
 
Los accesorios iban desde la Alta Costura ligeramente comercial a una espectacular funda en forma de langosta dorada que parecía escalar por el brazo, surgiendo brotes y hojas por el el codo y el hombro. Completamente en línea con el ADN rebelde de Schiap.
 
El modisto estadounidense recurrió a la fantasía metalizada en varias propuestas: un vestido nude del que brotaban perlas o joyas icónicas sobre una modelo que lucía unas gafas doradas de punta de ensueño. Un claro homenaje al vestido Skeleton de Schiaparelli de 1938.
 
Cabe destacar una chaqueta de punto brillante adornada con cadenas, que resultaba a la vez surrealista pero vendible, sofisticada y atractiva, y que impartía una gran autoridad.
 
"Una de las cosas de las que te das cuenta pronto al observar mujeres es que el género casi invita a una dualidad. Durante la mayor parte de la historia, ser mujer significaba tener que esconder parte de ti; era peligroso ser demasiado poderosa, demasiado seductora, demasiado atractiva o demasiado subversiva", explicaba Roseberry en sus notas del programa.
 
Con un regimiento de bellezas locales, Ines de la Fressange y Lucie de la Falaise, sentadas en primera fila, justo por debajo del mecenas de Schiaparelli, multimillonario italiano, y propietario de Todʼs, Diego Della Valle.


Schiaparelli - Primavera-Verano 2020 - Alta costura - París - © PixelFormula

 
Pero no todo era perfecto. A veces Roseberry parecía perderse en el surrealismo, un problema habitual entre los diseñadores que han seguido Schiap en Schiaparelli. Además, un par de vestidos de faya de seda multicolor resultaban confusos, y la propuesta final, un vestido palabra de honor con mangas globo de color rosa absurdamente desproporcionadas dejó a todos con los ojos en blanco.
 
Dicho esto, Roseberry deja claro que es un modisto altamente cualificado en el arte del diseño capaz de conquistar una de las marcas más complicadas de la moda, y este desfile fue otra declaración muy loable. Sospechamos que Schiap estaría bastante contenta.

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