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7 ene. 2019
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Las advertencias de China muestran que la guerra comercial de Trump golpea finalmente a Estados Unidos

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Reuters
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7 ene. 2019

Unas ventas débiles en Apple y Gargill, los gigantes estadounidenses de la tecnología y la agricultura, podrían ser la señal más clara hasta la fecha de que el intento de Donald Trump por resetear el comercio mundial también implica costes en su mercado doméstico y podría aislar a los Estados Unidos como un motor cada vez más frágil para el crecimiento de la economía mundial.



Apple, uno de los favoritos de la tecnología mundial por sus elegantes dispositivos, anunció este miércoles unos decepcionantes ingresos trimestrales a causa de unas ventas pobres en China. El jueves, el gigante de la agricultura Cargill dio a conocer unos resultados peores de lo esperado en China.

China, la segunda economía más grande del mundo, creció el año pasado aproximadamente al 6%, lo que refleja una desaceleración respecto a los últimos años y, en los últimos meses, ha marcado su tasa más tibia de crecimiento desde las profundidades de la crisis financiera mundial, hace ya una década.

La guerra comercial entre China y Estados Unidos amenaza la esperanza, de una década de antigüedad y extendida entre los líderes empresariales y económicos, de que el aumento del poder adquisitivo entre los consumidores chinos respaldaría una era de crecimiento global sincronizado.

La brusca desaceleración en China y la debilidad mostrada por la economía en otros mercados también amenaza con alcanzar a los consumidores estadounidenses -cuyo gasto representa más de dos tercios de la actividad económica de los EE. UU-, que hasta ahora han estado ansiosos por gastar en una era de aumento de los ingresos y salarios de los hogares, siendo este su principal baluarte contra una desaceleración mundial más amplia.
 
“Existe una contradicción entre el hecho de que Estados Unidos actúe como una locomotora para el mundo y el objetivo de la política de la administración Trump, que busca reducir el déficit comercial. Esa es otra razón por que será un desafío para el consumidor estadounidense actuar como locomotora mundial", afirmó Catherine Mann, economista jefe de Citi y execonomista jefe de la OECD.
 
"Estamos observando con lupa ese equilibrio entre la fuerte actividad doméstica y la débil actividad externa” en Estados Unidos, Alemania y otros países, indicó la experta, así como “la efectividad de las políticas chinas para cambiar la trayectoria de la economía ahí”.
 
Otros agentes impulsores del crecimiento de EE. UU., incluidos los gastos del gobierno y las empresas y las exportaciones netas, están disminuyendo o se espera que lo hagan en los próximos meses.
 
Se espera que la economía de EE. UU., la más grande del mundo, se ralentice con respecto a un 2018 muy sólido, pero debería mantenerse firme hasta mediados de 2020, cuando los economistas encuestados por Reuters esperan que se estabilice en un 1,8%. En octubre, el Fondo Monetario Internacional redujo su pronóstico de crecimiento global para 2019 al 3,7%, aludiendo como causa a la guerra comercial, y en diciembre, Citi redujo su predicción al 3,1%.

Lo que fue aclamado hace apenas un año como una época en la que las principales economías del mundo crecerían juntas ha evolucionado en una dirección más volátil, con Estados Unidos cargado de recortes de impuestos y gasto gubernamental; por su parte, el resto del mundo se tambalea.

Las empresas, en medio de la incertidumbre, han frenado el tipo de inversión que podría impulsar el crecimiento a largo plazo, mientras que los gobiernos luchan a nivel global con una combinación de altos niveles de deuda y unas crecientes necesidades de infraestructura.

Las alarmas del mercado

Los aumentos en los tipos de interés de la Reserva Federal de EE. UU. han provocado que los inversores se muevan dentro y fuera de varios mercados, lo que afecta a algunos mercados emergentes. También ha ayudado a provocar una fuerte fragilidad en el mercado de valores de EE. UU., así como una liquidación de varios meses de duración que, según los analistas, ha levantado la preocupación sobre una posible nueva recesión.
 
Las acciones de Apple cayeron un 9,96% este jueves a su nivel más bajo desde mediados de 2017, después de que la compañía recortara su pronóstico de ventas.
 
El anuncio de Apple provocó el recuerdo de un mercado en declive, impulsado por la tecnología, que en el 2000 precedió a una leve recesión. "Es tan reminiscente", apuntó David Rosenberg, economista de Gluskin Sheff Associates Inc., y señaló que es una evidencia más de un deterioro en la producción china que afectará a la economía global.

El jueves, un funcionario de la Reserva Federal comentó que se deberían detener los aumentos de impuestos planificados hasta que se resuelva la gran cantidad de problemas globales. "Yo sería un firme defensor de no tomar ninguna medida... en los primeros trimestres de este año", dijo el presidente de la Reserva Federal de Dallas, Robert Kaplan, a la televisión Bloomberg. En diciembre, los políticos de la institución pronosticaron una media de dos subidas más este año.

El aislamiento de Estados Unidos

Si bien Trump estableció el 1 de marzo como fecha límite para lograr un acuerdo comercial con Pekín, las preocupaciones se extienden más allá de China y llegan a Europa, donde el acuerdo para la salida de Gran Bretaña de la Unión Europea, el Brexit, no se ha firmado a falta de tres meses para su fecha límite, el 29 de marzo.

Pero el impacto de China es enorme. El crecimiento chino alimenta toda una serie de índices de precios mundiales, como el petróleo, los metales y los microchips, impulsando las decisiones de inversión y gasto en todo el mundo. La prueba está en que la tensión acumulada entre las dos economías más grandes del mundo ha debilitado la confianza empresarial y ha deprimido la inversión.

Esto podría significar un giro respecto a lo que afirmaron muchos economistas y funcionarios de Estados Unidos durante buena parte de 2018: que los aranceles comerciales más altos de la administración Trump aún no habían afectado gravemente al crecimiento del país. Kevin Hassett, asesor económico de la Casa Blanca, explicó este jueves que la fuerte caída del crecimiento económico chino afectará las ganancias de Estados Unidos, pero las ventas de Apple y otras compañías deberían repuntar una vez que se alcance un acuerdo comercial.
 
El sector de la producción de EE. UU. ha comenzado ya a desacelerarse, y la encuesta del Instituto de Gestión de Suministros de Gerentes de Compras Corporativas mostró el lunes la mayor caída mensual desde las profundidades de la recesión, en diciembre de 2008. Una encuesta trimestral de empresas energéticas de la Reserva Federal de Dallas evidenció una marcada desaceleración a finales de 2018.
 
"El resto del mundo se está desacelerando, algo que se nota especialmente en Europa y China, pero los Estados Unidos tienen suficiente impulso", afirmó Mohamed El-Erian, el principal asesor económico del administrador de activos y asegurador Allianz. "El problema es que quienes plantean las políticas no son lo suficientemente sensibles como para que los efectos secundarios y la volatilidad del mercado puedan alimentar la debilidad económica".

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