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Hernandez Sebastian
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29 ago. 2019
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La trazabilidad se hace esperar en la industria textil

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AFP-Relaxnews
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Hernandez Sebastian
Publicado el
29 ago. 2019

Frente a un público cada vez curioso sobre el origen y la composición de los productos que consume, las empresas buscan mejorar la trazabilidad de la ropa y los materiales textiles sirviéndose de la transparencia, blockchain o incluso ADN en aerosol.



¿De dónde viene el algodón o el lino de su última compra? Las regulaciones europeas no exigen mostrar esta información en la etiqueta, solo la "composición de fibra", además del habitual "Hecho en", que no proporciona información sobre el origen de los materiales.

"El mercado textil a menudo consiste en comprar productos terminados. Cuando se compra una prenda al fabricante, no hay una visibilidad total de los pasos anteriores", mientras que la confección a menudo tiene "entre 7 o 12" pasos, desde la producción de algodón hasta el teñido o hilado, según explicó a la AFP Josselin Vogel. Su plataforma ViJi recopila datos de varias fuentes para permitir a los consumidores rastrear la historia de su ropa, con una primera asociación con la marca Gemo.


"Vacas locas"

Según Vogel, "la industria textil está en una situación similar a la de la industria agroalimentaria en el momento del escándalo de las vacas locas". Hoy, "no sabemos lo que usamos, como en ese momento no sabíamos lo que había en nuestro plato", indicó.

En los textiles, al igual que en otros sectores, las cadenas de suministro "se han fragmentado al volverse extremadamente globalizadas".

"La información se pierde de una etapa a la siguiente y esto conduce a disfunciones: etiquetado insuficiente, uso de sustancias no deseadas, materiales provenientes de países con poca consideración por las condiciones de trabajo", manifestó Matthieu Hug, director general de Tilkal.

Esta empresa, que opera en particular en la industria agroalimentaria, propone remediar esto con un sistema basado en el blockchain: cada actor clave en la cadena de suministro declara su actividad en una base de datos descentralizada y segura, lo que permite la trazabilidad “de extremo a extremo”. Esto permitiría, por ejemplo, identificar lo antes posible un mayorista cuestionable que se dedica a la técnica de "mercados grises o importaciones paralelas", aseguró Hug, como cuando "un fabricante de ropa la envía a un mayorista que debe venderlos en Indonesia, pero decide venderlos, mucho más caros, en Japón”.


Mayoría virtuosa

¿Qué sucedería en caso de una declaración falsa? "La gran mayoría de los actores, especialmente en Europa, son bastante virtuosos", sostuvo Hug.

"El problema es que se les dificulta poder diferenciarse de las pocas ovejas negras". Por lo tanto, asegurar la trazabilidad e identificación puede ser un argumento comercial en sí mismo.

Michela Puddu, directora general y cofundadora de la empresa suiza Haelixa, ha desarrollado una solución que, según ella, es imposible de falsificar: ADN encapsulado en nanoesferas de 1/10 000 mm de diámetro, descritas como muy resistentes.

"Rociamos biomarcadores en el producto, por ejemplo, en el algodón directamente donde se produce... Es posible hacerlo en cada paso del camino, por ejemplo en los sitios de fabricación", explicó Puddu a la agencia AFP.

"Al final, se tendrá el conjunto de biomarcadores que pueden brindar un historial del producto", agregó. La tecnología también es aplicable a todo tipo de bienes, como las gemas, "para rastrear su origen y excluir, por ejemplo, las de las zonas de conflicto".

¿Pero es realmente tan alta la demanda de información por parte de los consumidores? Según un estudio realizado a principios de año por Kantar, "el 24 % de los encuestados afirma mirar casi sistemáticamente los materiales que componen una prenda", afirmó Carine Dubois, experta de la firma de investigación. Además, "una cuarta parte afirma" privilegiar los productos "Made in France".

El porcentaje es menor que para los productos alimenticios, lo que se explica por la ausencia de un escándalo tan rotundo como el fraude de la carne de caballo en 2013, y se trata de productos menos cruciales: ropa, que "simplemente llevamos puesta". El precio también puede ser un obstáculo: "la comida orgánica sigue siendo más barata que la ropa orgánica".

"Comenzamos con los problemas de salud y avanzamos hacia los aspectos más morales y éticos", expresó Josselin Vogel. Teniendo en cuenta que incluso para los textiles, "el aspecto de la salud también es importante, ya que pueden ser productos que se usan en contacto con la piel. Con los disruptores endocrinos, también se trata de un problema de seguridad”, aseguró.

El 26 de agosto, el director ejecutivo de Kering, François-Henri Pinault, presentó ante los líderes del G7 un Fashion Pact que reúne a 32 grandes actores de la moda en torno a objetivos ambientales establecidos para 2030 y 2050. Queda por ver si esta enésima iniciativa, si bien excepcional dada su magnitud, resonará entre los consumidores.

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