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30 sept. 2013
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La pasarela se refresca con Galliano y se zambulle en el agua con Kenzo

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EFE
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30 sept. 2013

París - El deporte más colorido de John Galliano, el estampado acuático de Kenzo y el París de un futuro solitario de Maxime Simoens dibujaron este domingo el prêt-à-porter de la próxima primavera-verano en la Semana de la Moda de la capital francesa.

La marca John Galliano se distanció de John Galliano con una colección de calor con la que Bill Gaytten, director artístico, ha querido pasar a una nueva etapa.

"Estoy encontrando mi voz", declaró Gaytten tras el desfile que se celebró en los fastuosos salones del palacete Salomon de Rothschild y que mostró unos diseños muy juveniles.

Encontró la inspiración en las zapatillas deportivas, en su "tecnología, formas excitantes y colores", lo que se tradujo en faldas muy cortas con vuelo, cazadoras tipo "bomber" y gorras "chic".

Kenzo P/V 2014 | Foto: Pixelformula


Los materiales sintéticos determinaron la ilusión de flores troqueladas y de hojas de árboles en bajorrelieve, a la vez que construyeron volumen y suave solidez.

Amarillo limón, fucsia, pistacho, lila, rosa palo, naranja, celeste... El verano de Galliano es extremadamente colorido, pero también brillante.

En una colección inspirada en el calzado no podían faltar unos zapatos que le hicieran honor: con unos grandes lazos, en sofisticada imitación de los cordones, los pies se elevaron sobre las plataformas para atraer todas las miradas.

Kenzo se sumergió en las aguas con unos diseños contenidos en color y salpicados de estampados que descubrió en la Ciudad del Cine, los estudios del productor Luc Besson.

La lluvia destiñó un mono corto de americana con hombros puntiagudos, los reflejos del agua estancada cristalizaron en un traje de camisa con aires de chaqueta, las corrientes marinas dibujaron un abrigo sin mangas y la espuma de las olas delimitó un "top".

Los peces revolotearon sobre un minivestido y, como no podía ser de otra manera, saltaron a los pantalones pesqueros.

Tras el blanco y negro con formas cuadradas de la apertura, tomó protagonismo una oda de azul, que fue del Klein al verdoso, para terminar con unos cálidos cereza y fucsia.

El joven diseñador francés Maxime Simoens presentó su segunda colección de prêt-à-porter, una línea que ha podido sacar adelante gracias a la inversión del grupo LVMH, en un desfile que celebró en un futurista espacio acristalado del parque André Citroën que, durante el invierno, actúa como invernadero.

Simoens imaginó un París postapocalíptico, con música electrónica de fondo, que se tradujo en sandalias romanas con taconazo, prendas ajustadas con cinturones, gruesos brazaletes y un bolso cuyo perfil se inspiró en la Torre Eiffel.

Las mujeres supervivientes portaron minivestidos ensamblados por cremalleras, pantalones bombachos, flecos de cuero rígidos y brocados lineales de abalorios.

El blanco, el negro, el plata y el aguamarina compartieron una pasarela de ciencia-ficción que rompió la rigidez del principio con un vestido largo en blanco y negro de fluida cola y unos libres modelos de muselina de seda.

La marca coreana Hexa by Kuho también persiguió un modelo de mujer guerrera, al estilo samurái, con sus corazas -con flores, eso sí-, y sus hombros construidos sobre mangas abiertas.

Con sudaderas, rejillas, pantalones cortos como mallas y piratas hípicos, Kuho Jung quiso insuflar una esencia deportiva a una colección de primavera-verano en la que mezcló el patrón tradicional asiático con la tecnología de la impresora en 3D de sus ornamentos florales.

En la paleta destacaron el crema, el burdeos, el chocolate, el marino, el azul eléctrico y el rosa, además del blanco y el negro.

Chloé diseñó un prêt-à-porter con plisados en colores de territorios áridos y calurosos, vestidos holgados más largos en los flancos que en el frente y pantalones con líneas horizontales paralelas en relieve.

Más alegre fue Céline, con sus trazos de brocha gruesa, sus prendas de varias tallas superiores y sus faldas largas con vuelo.

Givenchy cerró la jornada de desfiles con una fusión de África y Japón que se llevó a cabo con la fuerza de un accidente de coche.

El resultado de este choque quedó reflejado en el amasijo de vehículos con los cristales rotos y humo del decorado y en unos diseños que mezclaron las superposiciones niponas de corte recto, con la ligereza y los colores de la indumentaria africana.

La mente creativa de la casa, Riccardo Tisci, dio brillo a las prendas, añadió pieles, creó nuevos estampados y jugó con las tiras, en su visión de esta confrontación que concibió como vestido largo y pantalón cubierto en la cadera.

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