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Diana León Banda
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9 dic. 2022
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La edad de oro de los perfiles bajos de los creadores de moda

Por
AFP
Traducido por
Diana León Banda
Publicado el
9 dic. 2022

La era de los diseñadores estrella de la moda como John Galliano o Karl Lagerfeld ha terminado y si los gigantes del lujo siguen contratando a personalidades extraordinarias para reposicionarse, es porque la discreción vende.


Alessandro Michele, diseñador de Gucci en Milán, el 14 de enero de 2020 - AFP/Archives


Es el personal del estudio quien diseña las colecciones masculinas de Louis Vuitton, un año después de la muerte del estadounidense Virgil Abloh, diseñador negro comprometido que insufló aires de streetwear, cultura rap y NBA a la histórica casa francesa del grupo LVMH.
 
Así será también hasta nuevo aviso para Gucci, perteneciente al grupo rival Kering, tras la marcha a finales de noviembre del excéntrico Alessandro Michele. En siete años, el creador artístico convirtió la marca italiana en uno de los monstruos del sector y, víctima de su propio éxito, fue despedido cuando las ventas empezaron a bajar en comparación con Louis Vuitton o Hermès.

"Las situaciones son diferentes", pero revelan una tendencia. "Estamos en la edad de oro de los perfiles bajos", argumentó Arnaud Cadart, gestor de carteras de la sociedad de gestión de activos Flornoy Ferri, entrevistado por la AFP.
 

¿Cómo se llama el diseñador de Hermès?


 
El diseñador de moda ha perdido su "papel crístico", sostuvo Eric Briones, autor de “Luxe et digital”, y Louis Vuitton, que "lo está haciendo muy bien" sin director artístico, es "un caso de manual".
 
"La identidad de la marca ya no está en el diseñador. Los diseñadores son intérpretes de la identidad de la marca", afirmó Julie El Ghouzzi, de la consultora Cultz.


Virgil Baloh salue le public après un défilé Louis Vuitton à Paris, le 17 janvier 2019. - AFP


Hermès, Chanel, Dior, Vuitton: "las casas que mejor han funcionado en los últimos años son aquellas en las que el director artístico es discreto", precisó Arnaud Cadart.
 
"Intente nombrar a los diseñadores de Hermès (Nadège Vanhee-Cybulski para las colecciones femeninas y Véronique Nichanian para las masculinas). ¿Qué proporción de clientes de Hermès conocen sus nombres? A Virginie Viard, de Chanel, no se la ve todas las mañanas en los periódicos", prosiguió.
 
En Chanel, sustituir a Karl Lagerfeld, una estrella mundial fallecida en 2019, "es una misión imposible". Se han llevado a su mano derecha, que perpetúa el trabajo, y que no se pone en primera línea", aseguró Eric Briones.
 

Una persona común


 
Por otro lado, Demna, el maestro de la provocación en Balenciaga (Kering), nombrado una de las 100 personas más influyentes del mundo por Time, está en la cuerda floja tras una campaña que mezcla niños y accesorios de connotación sexual.


Demna, directeur artistique de Balenciaga à Paris, le 1er juillet 2018. - AFP/Archives


Su penúltimo desfile en marzo, un vibrante homenaje a Ucrania en el que presentaba a "refugiados", causó división. Algunos apreciaron el emotivo mensaje, otros se sintieron ofendidos por la forma en que se presentaron las "bolsas de basura", que luego se vendieron por más de 1500 euros.
 
En octubre, Kanye West inauguró su desfile en el barro, a unas semanas de que Balenciaga rompiera toda relación con el rapero en reacción a sus comentarios antisemitas.
 
"Esto crea atención negativa. Es difícil imaginar que no romperá el impulso de la marca, que estaba funcionando muy bien", afirmó Arnaud Cadart.
 
El caso de John Galliano, despedido en 2011 por Dior tras un vídeo en el que profería insultos antisemitas bajo los efectos de las drogas, marcó el principio del fin de los diseñadores estrella.
 
"Cuanto más grandes son las casas, más se convierte el lujo en un mercado de masas. Vamos a buscar directores artísticos más consensuados", afirmó Benjamin Simmenauer, profesor del Instituto Francés de la Moda.

"Hay otro riesgo: que la gente se aburra. Se supone que la moda entretiene y plantea preguntas", remarcó.
 
La ecuación es delicada, como demuestra el caso de Alessandro Michele. Sin embargo, la locura por sus espectáculos barrocos y extravagantes o por sus creaciones no convence al mundo financiero, que ha acogido con satisfacción su marcha.
 
"Los mercados quieren que Gucci venda bolsos negros a todo el mundo y no cosas rosas con volantes que el señor y la señora común no se atreverían a llevar en la ciudad", destacó Arnaud Cadart.
 
Para Benjamin Simmenauer, sin embargo, hacer algo "atemporal" iría en detrimento de Gucci, cuyo ADN está "profundamente arraigado en la transgresión".

"Se necesita una forma de seducción barroca, un poco de locura", concluyó.
 
 

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