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Brasilia amanece bajo control pero con rastros de destrucción tras los ataques

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EFE
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9 ene. 2023

Brasilia ha amanecido este lunes con el orden público bajo control, pero con rastros de destrucción en varias áreas del centro del poder de la capital brasileña, tras el violento asalto del domingo de miles de bolsonaristas contra las sedes de los tres poderes.


Fotografía que muestra los destrozos en el Palacio de Planalto tras la invasión por parte de manifestantes bolsonaristas de los edificios gubernamentales en Brasilia (Brasil) - EFE


«La situación en Brasilia está controlada», ha afirmado en un mensaje en sus redes sociales el interventor federal en el Distrito Federal, Ricardo Cappelli, que será responsable por la seguridad en la capital brasileña al menos hasta el 31 de enero.

Capelli, un alto funcionario del Ministerio de Justicia, asumió el comando de todas las fuerzas de seguridad de Brasilia después de que el presidente brasileño, Luiz Inácio Lula da Silva, ordenara una intervención federal en el Distrito Federal para hacer frente al ataque a las instituciones de los seguidores del expresidente Jair Bolsonaro.

Según el interventor, las fuerzas policiales de Brasilia, ahora bajo su comando, reiniciaron a primera hora las operaciones para identificar a los responsables por los actos de vandalismo en las sedes de la Presidencia, el Congreso y la Corte Suprema.
 
«Ya estamos en campo nuevamente. Los criminales seguirán siendo identificados y sancionados. No permitiremos la continuidad de concentraciones que funcionen como incubadoras de planos contra el Estado Democrático de Derecho», ha señalado Capelli.
Desmantelado el campamento desde el que se lanzó el ataque

Una de las primeras acciones de la policía ha sido el desmantelamiento del campamento que los bolsonaristas habían instalado tras las elecciones presidenciales de octubre frente al cuartel general del Ejército para presionar por un golpe militar que impidiera el regreso de Lula al poder y desde el que fueron lanzados los ataques del domingo.

Agentes de la Policía Militarizada de Brasilia, reforzados por tropas del Ejército, bloquearon los accesos al campamento a primera hora para impedir la llegada de más manifestantes y ordenaron el desalojo pacífico de los que permanecían en el lugar.
 
El cerco surtió rápidamente efecto y, sin la necesidad del uso de la fuerza por parte de las autoridades, los cientos de seguidores de bolsonaristas radicales que estaban acampados frente al Ejército comenzaron a recoger sus pertenencias y abandonaron el lugar en autobuses que los condujeron a comisarías para ser identificados.

El desalojo pacífico se produjo luego de que el magistrado Alexandre de Moraes, uno de los once miembros de la Corte Suprema, ordenara desmantelar todos los campamentos montados por bolsonaristas frente a cuarteles militares en todo el país y desde el que los seguidores del líder ultraderechista defendían un golpe de Estado en Brasil para impedir la investidura de Luiz Inácio Lula da Silva, que asumió la Presidencia hace ocho días.

Moraes, responsable de varias de las investigaciones contra Bolsonaro y sus seguidores por ataques a la democracia, ordenó también que los ocupantes de los campamentos que participaron en los ataques «sean detenidos en flagrante por la práctica de diferentes crímenes».

Además, el juez ha dado instrucciones a los cuerpos y fuerzas de seguridad del Estado para liberar cualquier tipo de vía o edificio publico ocupado por partidarios del expresidente Jair Bolsonaro en todo el país y ha apartado de su cargo al gobernador del Distrito Federal de Brasilia, Ibaneis Rocha, por 90 días.


Un escenario de destrucción



Pese a la tranquilidad reportada, en la Plaza de los Tres Poderes, que separa el Palacio Presidencial de Planalto, la sede del Congreso y la sede del Supremo Tribunal Federal, el escenario era de destrucción, con pedazos del piso removidos, hierros retorcidos, basuras esparcidas por todas partes y hasta cápsulas de gases lacrimógenos.

Los rastros de destrucción se extendían por varios de los jardines de la Explanada de los Ministerios, la amplia avenida en la que están ubicadas las sedes de los ministerios y que culmina en la Plaza de los Tres Poderes.

Dentro de las edificaciones igualmente quedaron los rastros del violento ataque, con cientos de ventanales quebrados, sillas arrancadas, equipos destruidos y obras de arte damnificadas.
 
Las fuerzas de seguridad ya recuperaron este domingo el control de las sedes del Congreso, la Presidencia y la Corte Suprema de Brasil, tras ser invadidos y vandalizados por cientos de seguidores radicales del exmandatario Jair Bolsonaro, en Brasilia.

Agentes antidisturbios cargaron contra los manifestantes golpistas con gases lacrimógenos y establecieron un perímetro alrededor de la plaza de los Tres Poderes, donde se encuentran los edificios que albergan los poderes Ejecutivo, Legislativo y Judicial.

Fueron alrededor de cuatro horas y media durante las cuales los manifestantes bolsonaristas camparon con libertad por esas instalaciones, generando destrozos en el interior, mientras otras decenas rodeaban los edificios, algunos de ellos equipados con palos.
 
Al menos 300 partidarios del expresidente brasileño Jair Bolsonaro han sido ya detenidos por este intento de golpe.

La Policía Civil de Brasilia ha asegurado que las investigaciones seguirán «hasta que el último integrante sea identificado».

Los hechos, condenados de forma unánime por la comunidad internacional, ocurrieron exactamente una semana después de Luiz Inácio Lula da Silva asumir la Presidencia de Brasil.

Ante los graves altercados, el presidente Lula, que se encontraba de viaje en el interior de Sao Paulo para conocer los daños de las fuertes lluvias de los últimos días, decretó la intervención federal en el área de seguridad del Distrito Federal de Brasilia.

La medida, que estará vigente hasta el próximo 31 de enero, implica que las fuerzas de seguridad de Brasilia estarán bajo control directo del Gobierno federal.

El dirigente progresista ha prometido en un pronunciamiento encontrar y castigar a los «vándalos fascistas» que «destrozaron todo lo que encontraron a su paso» en Brasilia e identificar a los posibles «financiadores» de esos actos antidemocráticos.

El episodio vivido ha recordado a la invasión del Capitolio de Estados Unidos ocurrida el 6 de enero de 2021 por parte de simpatizantes del expresidente Donald Trump, quien guarda una relación de amistad con Bolsonaro.


Al menos 10 periodistas agredidos en los actos golpistas


 
El Sindicato de Periodistas de la capital brasileña ha contabilizado diez casos en los que periodistas de medios brasileños y extranjeros que cubrían estos sucesos fueron agredidos o robados en Brasilia.

Entre los agredidos, se encuentra una periodista de la revista New Yorker, que recibió golpes y fue derribada por los manifestantes, y una fotógrafa del medio brasileño Metrópoles fue golpeada a puñetazos y patadas por diez hombres.

Otros profesionales, del diario O Tempo y de la televisión Jovem Pam, fueron agredidos y los atacantes les llegaron a amenazar con armas de fuego.

Los radicales también obligaron a varios fotógrafos a borrar las imágenes que habían tomado, entre ellos un profesional de la Agencia EFE.
 

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