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Ana Ibáñez
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4 jul. 2018
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Armani Privé vuelve a casa en la embajada italiana

Traducido por
Ana Ibáñez
Publicado el
4 jul. 2018

Giorgio Armani volvió a casa, al menos en parte, en su último desfile de alta costura, presentando Armani Privé por primera vez en la embajada italiana de París.


Giorgio Armani Privé - Fall-Winter2018 - Haute Couture - Paris - © PixelFormula

 
Armani celebró dos desfiles, seguidos de un cóctel en el maravilloso jardín de la embajada, en el corazón del barrio de Saint Germain. También rompió moldes con su saludo, recorriendo todo el palacio francés del siglo XVIII, estrechando la mano a Poppy Delevingne y a las actrices Juliette Binoche y Kristin Scott Thomas. Giorgio suele hacer un saludo breve, y nunca recorre la pasarela.
 
Fue un desfile amplio con 96 estilismos, que iban de trajes de día a americanas negras de cóctel, pasando por varias fantasías rosas impactantes y un final de lo más glamuroso

Entre tanto pudimos ver una selección de vestidos de terciopelo negro, dignos de los Oscar. Un vestido tipo esmoquin cruzado con un corte impecable que cautivó a varias de las mujeres presentes.
 
Tampoco faltó el glamour en las primeras filas, donde Tina Turner se sentaba orgullosa junto a Roberta Armani, Isabelle Huppert y Elizabeth Debicki. Aunque la actriz australiana bien podría estar sobre la pasarela con esa imponente figura.
 
El elenco de modelos paseaba por las salas de recepción de la embajada bajo enormes lámparas de araña de cristal. Aunque a Armani le suele gustar hacer desfiles en entornos oscuros y minimalistas.
 
Fuera del edificio, un atasco terrible causado por decenas de operativos políticos que acudían al edificio vecino, el Hotel Matignon, hogar del primer ministro francés Édouard Philippe.
 
"Descubrimos de casualidad que la embajada estaba disponible y que la arquitectura encajaba bien con mi estilo de alta costura, especialmente esta temporada", afirmaba un bronceado Armani mientras posaba junto a Scott Thomas.
 
El diseñador italiano puso el atelier tras sus pasos con un magnífico abrigo de terciopelo negro con un contorno dorado bordado en brazos, codos y manos, creando un maravilloso efecto visual. Antes de perder la cordura con un sombrero rosa del tamaño de un iceberg que parecía hecho de algodón de azúcar, y más adecuado para el carnaval de Río que para las estrellas de Hollywood. 
 
También hubo otro momento rosa profundamente impactante, con una docena de looks en ese tono, que iban desde unos preciosos vestidos bustier de organza terminados con cristales a un enorme abrigo de plumas de avestruz rosa. El sueño de cualquier diva.

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