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31 may. 2018
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La colección Crucero 2019 de Gucci prende los Alyscamps

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31 may. 2018

Las casas de moda pueden llevar a sus invitados a visitar localizaciones únicas en un desfile, pero Gucci, en lugar de eso, decidió celebrar el pase de la noche del miércoles en un cementerio.


Gucci Crucero 2019 - primavera-verano 2018 - Colección Crucero - © PixelFormula


En concreto, a uno donde descansan ciudadanos romanos, en el paseo de Alyscamps, que data del año 4 después de Cristo, y al que la marca decidió prender fuego. Sin lugar a dudas, el director creativo de Gucci, Alessandro Michele, se ha ganado con este desfile, una buena reputación de temerario.

Tras un día lluvioso, fue una tarde seca en el cementerio, ubicado en el centro de la antigua ciudad romana de Arles. A 500 millas se encuentra el Coliseo Romano en el que Picasso asistió a una corrida de todos. Michele instaló un ardiente pasaje de 200 metros. En un lado, sentados en bancos plateados, estaban los editores, blogueros y celebridades como Elton John, Valeria Golino, Salma Hakey y su marido y fundador de Gucci, el CEO de Kering, François-Henry Pinault. Toda una demostración del poder de la moda, el hecho de que Gucci pudiese instalar un enorme fuego en un lugar que es Patrimonio de la Unesco. 

Desde que tomase las riendas en 2015, Michele ha encabezado la revolución del maximalismo en la moda. Esto se demostró en un desfile con vestidos de corte burgués de satén, pantalones con print de zebra, unos abrigos de cashmere del color rojo de las oficinas postales británicas, vestidos sobre medias de color azul y zapatos con el logo, gafas de sol con un cristal blanco y otro negro… La colección estuvo llena de sombras: estilo roquero, cazadoras de piel con tachuelas y un estilo retro fruturista. Kering Eyewear vendió cuatro millones de gafas el año pasado, un 40% de ellas eran de Gucci. La marca también lanza chispas en lo financiero.

Michele sacó a desfilar toda una serie de sudaderas de Chateau Marmont, bolsos con el logo y chaquetas de lana de oveja, que encantó al empresario hotelero estadounidense André Balazs, sentado en la primera línea. ¿Entrará Balazs en la realeza de la moda?, se pregunta uno al verlo ahí. 

La noche anterior, Gucci colgó un vídeo montaje en su perfil de Instagram con imágenes de tumbas, leones de piedra y cabezas de dioses al estilo de la película de Godard ‘Vivre sa vie’. Pero, en este evento, apenas se pudo ver el monumento en sí, pues el desfile comenzó después de las 10 de la noche, con hielo seco rodeando las tumbas romanas.

Si bien Michele envió hace algunas semanas a sus invitados un telegrama en gris, la colección fue toda una explosión de color. Con este desfile, el diseñador cumplió su deseo cumplido de acercarse al Mundo Antiguo. El pasado año mostró su interés por el Partenón de Roma, pero acabó celebrando el desfile en la galería palatina del Palazzo Pitti de Florencia.

En 2016, inspirado por “la primera estrella del rock”, como llama él a la reina Isabel I, mostró la colección crucero en la Abadía de Westminster. Y, en contrapunto, su debut en este tipo de colecciones tuvo lugar en un espacio bastante moderno de Nueva York, en el interior de un antiguo garaje en Chelsea. 

La ciudad elegida en esta ocasión, Arlés, a la orilla del río Ródano, es rica en historia. Fundada en el año 800 a. C., los fenicios la convirtieron posteriormente en un importante puerto comercial y los romanos la tomaron en el año 123 a. C. Julio César estableció Arlés como una colonia para sus tropas veteranas allá por el año 46 y el gran emperador Frederick Barbarossa fue coronado en esta encantadora ciudad. Asimismo, hace una década, se encontró aquí el busto más antiguo de César, en una zona cercana al río Ródano. Pero la importancia de esta urbe ha ido aumentando y decayendo a lo largo de la historia. La llegada del ferrocarril transformó el puerto en una zona estancada y tranquila, una de las razones por las que atrajo a Vincent Van Gogh, que vivió aquí durante dos años y creó más de 300 pinturas y dibujos, ligando así para siempre su nombre al de la ciudad. 

Antes del desfile, el propio Michele subió a su Instagram un cuadro de Van Gogh con el cartero Joseph Roulin. En la colección no hubo referencias obvias al maestro holandés, pero sí muchas flores provenzales y una paleta de colores que a Vincent le habría encantado. 

El nombre de Alyscamps procede del latín Elisii Campi o, lo que es lo mismo, Campos Elíseos. Este fue el lugar de descanso final de almas heroicas en la mitología griega y sí hubo algo de heroico en el desfile, con un casting repleto de millennials, libres de las inhibiciones sexuales y morales de la generación de sus padres.

Los invitados de Michele fueron tan eclécticos como sus prendas. De hecho, asistió a Kim Jong-in, la estrella del grupo coreano-chino Exo y un actor de teledramas más conocido como Kai. Su concierto tras el desfile se acercó más al blues y rock (con cinco canciones de Elton John, a quien Gucci viste actualmente). Sin saber muy bien qué habrían pensado las tropas de Julio César de esto, los fans de Gucci disfrutaron de lo lindo. 

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