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Ana Ibáñez
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2 oct. 2018
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La caballerosidad femenina de Alexander McQueen

Traducido por
Ana Ibáñez
Publicado el
2 oct. 2018

Sarah Burton recibió una gran ovación tras el desfile de Alexander McQueen celebrado el lunes por la tarde en los Jardines de Luxemburgo. Y la merecía. Porque en un momento histórico en el que los derechos de las mujeres a la santidad del cuerpo nunca habían sido tan discutidos, su magnífica colección para Alexander McQueen fue una oda visual a la belleza y fuerza femenina. 


Alexander McQueen - Primavera-Verano 2019 - Womenswear - París - © PixelFormula


En la penúltima noche de los 30 días de desfiles internacionales, no cabe duda de que muchos considerarán ésta como la colección de la temporada. Rara vez la imaginación de la diseñadora Sarah Burton había sido tan rica y sus ideas habían sido tan bien ejecutadas por su estudio y taller.
 
McQueen es una de esas marcas que suele ser consistente en parte porque Burton siempre se nutre de imágenes británicas. No por sus viajes a Marrakech, a Los Ángeles o a Rajastán para investigar, sino por las poderosas emociones y la historia de su tierra natal.

Esta temporada comenzó la colección con un viaje al White Horse, uno de los monumentos prehistóricos más importantes de Inglaterra, un gigantesco caballo blanco tallado en una ladera de tiza. Se cree que conmemora una victoria del siglo IX del rey Alfredo y se desconoce quienes son los autores.
 
Hubo muchos estilismos caballerescos; imponentes armaduras de caballero confeccionadas con cuero moldeado blanco, rojo o negro, pintadas o bordadas con audaces amapolas carmesí, iris de color amarillo salvaje, y cardos, todo articulado con correas y cintas de cuero.


Alexander McQueen - Primavera-Verano 2019 - Womenswear - París - © PixelFormula


Aunque sus diseños más deslumbrantes estaban hechos de tafetán de seda cortado, los que utilizó en vestidos de boda deconstruidos y en varias creaciones dignas de la alfombra roja.
 
Su propuesta de apertura fueron vestidos de gasa con volantes cortados con valentía y combinados ​​con elegantes chaquetas de montar en cuero. El espíritu era roquero, monárquico y atrevido al mismo tiempo. O, como decía el programa: prendas llenas de recuerdos y significado.
 
Las modelos desfilaron con el pelo engominado y trenzado, luciendo pendientes de metal colgantes, collares y gargantillas. Desfilaban entusiasmadas con la colección por los jardines. Con el suelo formado por grava blanca brillante, la puesta en escena incluía varios afloramientos rocosos grandes que recordaban a los monumentos prehistóricos de la Inglaterra Central como Stonehenge, aunque cubierto con hermosos mosaicos de seda, con imágenes de torres normandas y techos de iglesias góticas. Las mismas telas de seda Ophelia oscura utilizadas en vestidos de fiesta magníficamente fruncidos.
 
"Sororidad, matrimonio, comunión, la idea de que puedes ser poderosa expresando emociones. Tesoros y reliquias,el solsticio de verano, su fuerza y ​​fragilidad", explicaba Burton en el backstage, añadiendo que iniciaron este proyecto al adquirir un bordado del siglo XVIII pintado a mano y comenzaron a desmontar todos los elementos. Después formaron a 20 personas para pintar a mano esos motivos en el estudio McQueen de Londres. Un desfile excepcional a manos de una diseñadora excepcional.
 

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